Me encantas.

¿Por qué? Tal vez sea porque tienes el don de volver mi mundo patas arriba una y otra y otra vez o quizá porque eres capaz de cambiar mi estado de ánimo con una simple sonrisa. A lo mejor es porque tus brazos se han convertido en un refugio para mis días de agobio o tal vez sea que me has hechizado con tus mimos y caricias. Puede que sea por tu forma de distraerme de todo lo demás cuando solo estamos tú y yo o quizás porque me has abierto la puerta a mundos que no conocía y de los que no me quiero escapar. A lo mejor es por esos días en los que te enfadas conmigo porque no sé hacer las cosas bien o tal vez porque simplemente no me entiendes, pero no te preocupa no hacerlo. Puede que sea también por cada «te quiero», «te echo de menos» y hasta cada «mala» o «bicho» que salen de tu boca, o tal vez por cada vez que te has preocupado por secar mis lágrimas incluso cuando era completamente inútil.

Pero creo que lo que realmente me encanta de ti es que te he dado el poder de destrozarme por completo y todavía no lo has hecho.